
Otro de los grandes magnates de contenidos es Apple. Si inicialmente era la alternativa exquisita a Windows, ha venido generado un modo de vida, casi una religión en la que los fieles de la manzana aceptan todo lo que su dios, Steve Jobs, les dicta. Copiados a diestro y siniestro, sin duda fueron los primeros en meter glamour en el mundo de la informática, con estudiados diseños y agradables y llamativos colores, cuando el mundo del pc era gris o negro. Ipod e iphone copan sus mercados, y sus usuarios claman con orgullo su posesión. Claro, una vez en racha no podían dejar escapar la oportunidad (la oportunidad es un tren que pasa una vez -normalmente- y nunca se pierde: o lo coges tú o lo cogerá otro). Itunes es la prolongación digital de la cacharrería de Apple. Y si Google ofrece sus contenidos gratuitamente, en la tienda de la manzana no te llevas nada sin pasar por caja: música, textos o aplicaciones suelen tener un precio bastante jugoso para sus creadores.
Y el tercer gran monopolio muy casero, con puertas y ventanas. Microsoft, una compañía que se posicionó como líder indiscutible de los sistemas operativos con dos premisas muy claras: por un lado no copó el mercado, y los usuarios de sistemas pc podían elegir entre Windows y otros s.o., como Linux. Por otra parte su facilidad para ser copiados sin la compra del original. Como consecuencia, Windows se convirtió en puerta de entrada a la informática para una población emergente y muy numerosa. Hoy día, empresas e instituciones se ven casi obligadas a mantener licencias Windows, el sistema más extendido y globalizado, ya que es el que manejan la mayor parte de sus trabajadores. Aprovechando esta predominancia, Microsoft intenta, quizá con menos tino que la competencia, exclusivizar servicios como el correo electrónico, redes sociales (Mucho menos versátil que Facebook) o buscadores (Bing nunca reemplazará a Google)