domingo, 23 de junio de 2013

Así domesticamos el mundo: Comunicaciones 3.0

Retomamos el tema con el que terminamos el último post, y seguiremos reflexionando sobre la posibilidad de que Los medios sociales puedan acercarnos a los que están lejos, pero a veces nos alejen de los que está cerca.  Las comunicaciones digitales nos ofertan toda una serie de estrategias para ampliar las vías de comunicación. Sin embargo, sobre todo en poblaciones más jóvenes, a veces se produce un uso "excesivo" de este medio en detrimento de canales más convencionales. Entrecomillamos "excesivo" porque tal vez esta gradación de uso dependa del punto de vista de aplicación. Y es que ha habido, sobre todo desde la psicología, toda una serie de reacciones contrarias al uso frecuente de estos nuevos canales de comunicación, obviando la idea de que tal vez nos encontremos en un cambio generacional sin precedentes. Las formas de comunicación se están transformando con la sociedad, y aún no podemos discernir si son causa o efecto de este proceso.

Sin embargo, lo cierto es que, uso excesivo o cambio evolutivo, esta generalización de las comunicaciones ubicuas está provocando una serie de transformaciones en nuestra manera de actuar y comportarnos. Por una parte hay que destacar la importancia de poder llevar en nuestro bolsillo un potente micro-ordenador constantemente conectado a Internet. Esto nos facilita gran cantidad de tareas cotidianas, tanto en el ámbito profesional como en el personal. No obstante, tal vez estemos asistiendo a un desentrenamiento progresivo de la memoria  junto a una degradación paulatina de los procesos intelectuales, Y es que disponer de un mayordomo que nos indica con inmediatez dónde dejamos nuestro coche, qué significa tal palabra,  qué día es hoy o cuándo  hemos quedado con tal o cual persona puede facilitar la aparición de una  cierta pereza y lasitud mental por falta de ejercitación. 

También es preciso destacar la superficialidad de la comunicación: los sms inicialmente o Twitter posteriormente han potenciado y desarrollado el mensaje breve frente al elaborado. Esto puede llevar a un destierro del razonamiento profundo frente a un razonamiento superficial, incluso en el mundo académico o intelectual ¿Nos encontramos ante el inicio de la tiranía de la inmediatez y la brevedad? ¿Nos están liberando los dispositivos móviles o están generando una nueva forma de esclavitud?  Reflexionaremos sobre estos aspectos en las próximas entregas de este blog.

 
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo

domingo, 16 de junio de 2013

Relaciones tóxicas: ¿El móvil conecta o desconecta?

El móvil es el dispositivo tecnológico cuyo uso más se ha extendido en los últimos años. Ni tablets ni portátiles han conocido un éxito tal. De hecho, los smartphones o teléfonos inteligentes concentran los avances de la informática en un aparato de pequeñas dimensiones, cada vez con más memoria, procesadores más potentes, cámaras más eficaces y acceso ilimitado a Internet. Un ordenador personal ubicuo que cabe en el bolsillo de una camisa.

Nos encontramos ante un dispositivo totalmente popularizado a través de fuertes campañas de marketing y por el halo de modernidad que se desprende de su uso. Sin embargo, a pesar de los innegables beneficios que ofrece, cabe preguntarse acerca de sus inconvenientes. Es innegable que a veces es más atractivo el propio uso en sí que la necesidad de uso. Es decir, que el canal, el medio, se convierte en un elemento más motivador que el mensaje en sí.

¿Puede llegar a generar dependencia esta atracción? ¿Podemos llegar a caer ante la magia de la hiperconectividad? Sin duda, pero no más que las dependencias comunes existentes antes de la llegada del móvil. El ser humano tiene una faceta adictiva que desarrolla ante diversos estímulos: drogas, tragaperras, videojuegos, deporte-espectáculo, un mando a distancia, series de televisión… por lo que una tecnología capaz de proporcionar todo lo que nos facilita un smartphone con conexión a Internet no podía estar exenta de este factor riesgo.  

Sin embargo, con los móviles aparece una nueva dimensión de atracción, un factor que acrecenta la capacidad de dependencia. Y está basada precisamente en la ubicuidad del medio: podemos llevarnos la oficina a casa, o la casa a la oficina, solapando dos dimensiones que antes permanecían separadas. Está ubicuidad afecta igualmente a las relaciones sociales, pues pueden llegarse a solapar las relaciones físicas, en primera persona, con las digitales. Es decir, en grupo de amigos, en un encuentro presencial, la comunicación cara a cara puede verse mermada por la comunicación con los no presentes a través de las diferentes vías de contacto digital disponibles, como whatsapp, Facebook o, más tradicional, el correo electrónico. Los medios sociales pueden acercarnos a los que están lejos, pero a veces nos alejan de los que está cerca.    

Radio 5. Todo Información . Aportación al programa de Gloria Cacho (13 de junio 2013)
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo

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