Este post no trata de una
nueva versión del popular sistema operativo. Hace unos años la
unión Europea inició una campaña legal contra Microsoft a causa de
su Internet Explorer. No es por lo malo que fuera, sino porque se
instalaba como un componte más por defecto al establecer Windows
como sistema en un ordenador. De esta manera gran parte de los
usuarios no se molestaba en desinstalarlo y buscar una alternativa.
Las autoridades nacionales lo consideraron una situación de
monopolio que perjudicaba a la competencia, concretamente al añorado
NetScape. Finalmente, Microsoft cambió sus protocolos de instalación
y era el usuario el que indicaba ahora si deseaba o no que Explorer
se instalará. Con el tiempo, a pesar de la ayudita gubernamental que
recibió, NetScape desapareció.
En la actualidad, casi
todos lo equipos que se adquieren por las vías comerciales
convencionales vienen con el sistema operativo de Microsoft
preinstalado. Por su puesto no de manera gratuita. Es decir, que al
comprar nuestro nuevo portátil, casi por imposición estamos pagando
una licencia de uso a Microsoft. Contradecir esta tendencia habitual
no es tarea sencilla. Los fabricantes no suelen vender equipos sin
sistema y conseguir que MicroSoft devuelva al usuario el coste de la
licencia que no piensa utilizar no es sencillo ni rápido. Sin
embargo ahora ninguna institución se hace eco de este problema, que
vulnera el bolsillo del usuario y perjudica la implantación de los
sistemas operativos libres. Con solo mostrar el precio desglosado,
indicando el coste real del equipo y el coste del sistema operativo,
muchos usuarios se decantarían sin duda un sistema no propietario.
Sin embargo, parece ser que el lucro de una empresa está por encima
de los derechos de los usuarios.
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo
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