lunes, 4 de octubre de 2010

El valor de las encuestas (el tapiz de la opinión)

Los medios de comunicación son muy dados al abuso, más que uso, de las encuestas. Tele5, en uno de sus subproductos habituales titulado “la princesa del pueblo” y dedicado a Belén Esteban, afirmó que la “mujer que se hizo famosa por tocarle la chorra a un torero” (SLQH dixit) obtendría un 8,9% de los votos (más que IU o las fuerzas nacionalistas).

La “encuesta”, si es que en realidad lo es, la hizo sigma2 a 3.200 personas vía telefónica.Otras veces, dependiendo de a qué lobby pertenezca el informativo que estemos viendo, nos dirá que el partido tal, a día de hoy tendría la mayoría absoluta, mientras que si cambiamos de canal, los datos serán radicalmente opuestos.Y no es que no haya técnicas para obtener datos fiables, sino que las empresas o los grupos de opinión mostrarán resultados presuntamente validados científicamente con opinión no ya de mostrar una tendencia, sino de modificarlas. Un ejemplo son los cuestionarios de algunos medios (tanto en televisión como en prensa digital) que pretenden hacer validos cuestionarios contestados por sus seguidores. De todos es sabido que cada uno lee o ve lo que más le interesa (raro será el seguidor del Barcelona que lea el Marca, o el militante de IU que vea Intereconomía), así que, siendo realistas, no es difícil aceptar que estos resultados estarán altamente sectorizados e ideologizados.

Gallup, creador del método que lleva su nombre, descubrió que era mejor una muestra representativa pequeña que una más extensa y sectorizada. Así en las elecciones estadounidenses de 1936, con una muestra de 5.000 encuestados, consiguió mejores resultados que otra de la revista Digest realizó entre sus usuarios, y en la que recogió 5 millones de opiniones. Como reconoce el ideario popular, más vale chiquitita, pero juguetona...
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo

2 comentarios:

  1. En esta ocasión comentaré la entrada a modo de sencilla reflexión.

    Con el paso de los años he llegado a la pobre conclusión de que no importan las posiciones sino los motivos.

    Por mi parte, en el supuesto de que efectivamente esta encuesta fuese cierta y su objeto realizable, mi voto sería para esta señorita; de hecho solo un disparate del tal calibre me llevaría al colegio electoral. Conseguiría manifestar así mi más sentida posición para con la democracia y la fauna política.

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  2. Dejar a un matemático en manos de un político o un periodista es una perversión con agravante de alevosía.

    Lo peor es que piensan que el personal se cree lo que ellos han pretendido hacer creer.

    Que se lo pregunten a Tomás Gómez y a los militantes socialistas que votaron las primarias de Madrid. O que le pregunten a Cristina Garmendia, que de eso sabe mucho.

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